Yo, Helíaca, de Íñigo Javaloyes (Una recomendación de Camino Brasa)

Al bajar cada día desde su casa -en las afueras de Madrid- hasta la universidad, el periodista y traductor Íñigo Javaloyes contemplaba la silueta de un águila imperial sobre una torre de alta tensión en el monte del Pardo, a escasos diez kilómetros de la capital. A partir de esta visión reiterada, y de su amor por la cetrería y la observación de la naturaleza, empezó a fraguarse esta novela, Yo, Helíaca, la historia de un águila imperial a quien acompañan halcones y azores, urracas y rabilargos, petirrojos y ruiseñores en su periplo vital a través de las dehesas, donde encontrará mentores y enemigos, y donde descubrirá la amistad, el amor y el aguijón punzante de la vergüenza. Una narración entre alegórica y lírica, primorosamente editada por Julio Luengo, en la que cada capítulo se abre con las preciosas fotoilustraciones silueteadas de Jorge Rubio, especialista en aves, y que se cierra con un glosario de términos para neófitos.

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