Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino de Diego Sánchez Aguilar (Una lectura de David Pérez Vega)

Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino, de Diego Sánchez Aguilar.

Editorial Balduque. 153 páginas. 1ª edición de 2016.

A finales de febrero de 2017, me escribió Diego Sánchez Aguilar (Cartagena, 1974) a través del chat de Facebook para proponerme el envío de su libro de relatos Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino, sin compromiso alguno. Me decía Diego que encontraba afinidades entre sus lecturas y las mías. Ya he comentado más de una vez que suelo rechazar este tipo de ofrecimientos, porque necesito tiempo para elegir yo mis propias lecturas, pero en este caso acepté porque Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino ganó en 2016 el Premio Setenil de cuentos (otorgado por el ayuntamiento de Molina de Segura al mejor libro de cuentos publicado durante el último año) y tenía curiosidad por él, de que ya había oído hablar. Al final quedamos en que él me enviaría su libro de cuentos y yo el mío, Koundara. Diego leyó mi libro antes que yo el suyo, y escribió una reseña muy generosa para la web El coloquio de los perros. De nuevo a través de Facebook, Diego me contaba que había encontrado más de una afinidad entre sus relatos y los míos. Ahora que he leído su libro entiendo por qué. Ambos hemos nacido en el mismo año, 1974, y hablamos de la clase media española de la misma generación.

Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino está formado por siete relatos con una extensión media de veinte páginas. Ya he comentado también, más de una vez, que me gustan los libros de relatos, pero no cuando los relatos son muy cortos. Esta extensión de 15-30 páginas suele ser la que más me satisface como lector (sin ser ésta, tampoco, ninguna regla fija, claro).

El primer cuento se titula Cena de empresa y en él ya están recogidas todas las obsesiones temáticas del volumen: el protagonista tiene treinta y nueve años y, junto a los compañeros de la sucursal bancaria en la que trabaja, celebra, en las fechas previas a la Navidad ‒como el título ya anuncia‒ una cena de empresa. Los compañeros de trabajo no mantienen verdaderas relaciones de amistad (mientras que a los que fueron los amigos de verdad ya apenas los ven), pero en este ambiente de alegría un tanto forzada puede surgir el deseo hacia la joven chica nueva que lleva dos semanas de prácticas. El relato avanza desde lo social (relaciones interpersonales en el trabajo) hasta lo más íntimo (las relaciones sexuales). De fondo nos encontramos con la crisis económica que ha atravesado (o sigue atravesando) el país, donde los personajes han de sufrir sus bajadas de sueldos.

Casi todos los personajes de estos relatos tienen una edad similar, que suele rondar los cuarenta años (aunque los de los dos últimos se alejan algo de ella y tienen treinta), y pertenecen a la empobrecida clase media española. El hilo conductor de los mismos es su relación con el sexo. Si bien el personaje del primer cuento, como ya he apuntado, tiene treinta y nueve años y está casado, pero durante la noche del relato fantasea con su joven compañera de trabajo, también mantiene una intensa relación con la pornografía de internet, sobre todo con la web Youporn, que aparece de modo recurrente en varios relatos.

La distancia entre el deseo sexual y las fantasías eróticas y el sexo real es el nexo temático que une a los cuentos aquí mostrados.

En el segundo cuento, el titulado Gemidos, nos acercamos a un cuarentón solitario, que trabaja de cartero. Anselmo no practica sexo real con nadie, pero cree que al fin se ha enamorado de una artista sexual de internet a la que no puede ver, ya que tan sólo puede escuchar el sonido de sus orgasmos. Creo que éste ha sido uno de los dos cuentos que más me han gustado del libro. El otro es Vecinos, en el que una pareja de cuarentones, con un hijo, vive una sexualidad que no es todo lo satisfactoria que al hombre le gustaría. En la página 83 podemos leer un párrafo que podría resumir el espíritu del cuento Gemidos y de todo el libro: «Francisco estaba resignado a esa rutina sexual consistente en hacer el amor dos o tres veces al mes, generalmente los domingos por la mañana antes de que se despertara el niño, siempre en la posición del misionero, que era la que le proporcionaba a Marta el orgasmo de manera más rápida y efectiva; se había acostumbrado a suplir con la masturbación y la pornografía el excedente sexual que él aportaba al matrimonio. Ese componente de sexo por compasión llegó a molestar mucho a Francisco, sobre todo tras el nacimiento de su hijo. Ahora echa de menos a esa Marta que hacía el amor para complacerle a él. En cierto modo, Francisco estuvo convencido (sin pensarlo nunca explícitamente, pero ahora se empezaba a dar cuenta de que ese pensamiento estaba ahí) de que Marta sería absolutamente feliz viviendo sin sexo, eliminando totalmente esa faceta de su vida». Los conflictos surgirán cuando el piso de arriba (que había estado deshabitado por la dificultad de venderlo durante la crisis económica) sea ocupado por una pareja joven y los sonidos de sus intensas batallas sexuales se filtren hasta su dormitorio. Las fantasías de Francisco se dispararán.

En Cuba, el tercer cuento, tres amigas viajan a un resort de Varadero. El cuento recoge principalmente lo acontecido durante una excursión de un día que hacen a La Habana. La protagonista se ha divorciado hace poco y las amigas quieren que se alegre practicando el sexo con algún cubano. Cuba refleja bien la falsa alegría de los viajes. Así empieza este cuento: «Aurora siempre siente lo mismo cuando baja de un avión y pone un pie por primera vez en un país extranjero: una profunda e inexplicable decepción» (pág. 43).

En Injusticia, el quinto relato, Sánchez Aguilar emplea el recurso de usar dos tiempos narrativos: cuando la protagonista Paula tiene diecisiete años en 1990 y cuando tiene cuarenta en 2013. Predomina la visión más actual de sí misma, pero la evocación juvenil le sirve al lector para comprender sus frustraciones vitales (que, como en todos los cuentos de este libro, son sexuales). Me llama la atención que el motivo narrativo de este cuento sea un encuentro con los antiguos compañeros del colegio que se organiza a través de Facebook. Algo que empieza a ser un rasgo generacional de la nueva narrativa española: esto mismo aparece en la novela Autopsia de Miguel Serrano Larraz y en Edad Media de Leonardo Cano.

Si Injusticia trata sobre una posible infidelidad que la mujer de una pareja va (o no) a cometer, el siguiente cuento, Anunciación de María, nos habla del miedo de un marido a que su mujer le esté siendo infiel durante el tiempo del relato, que es una noche en la que ella ha salido para celebrar el comienzo de las vacaciones de Semana Santa.

El último, titulado El perfume, trata sobre un fotógrafo publicitario y su particular técnica para mejorar la sensación de ensueño que desea aportar a las fotos de su trabajo: cambiar la cara de las modelos que fotografía por esa misma cara en el momento de tener un orgasmo. Quizá sea este cuento el que más se aleje de la unidad temática planteada, al hablarnos en él de una persona a la que le va mejor económicamente que al resto de protagonistas de los otros cuentos, y cuya relación con el sexo no es de frustración, sino de plenitud. Aunque, a tenor de lo precedente, el lector intuye que sus privilegios no van a durar mucho.

Los siete cuentos de este libro están escritos en tercera persona y aunque, en muchos casos, se usa la técnica del estilo indirecto libre para acercarse y reflejar los pensamientos de los protagonistas, existe en ellos la voz común de un narrador que, a veces, parece conocer mejor a los personajes que lo que ellos se conocen a sí mismos.

Sánchez Aguilar, sin descuidar el lenguaje, no apuesta fervorosamente por el juego metafórico. Su prosa es cuidada (no he detectado ni una sola errata en todo el libro), pero prefiere la disección psicológica de sus personajes frente al vuelo poético. En este sentido, Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino contiene reflexiones muy finas sobre la generación de españoles que en 2013-2014 rondaba los cuarenta años. Existe también en estos cuentos una sutil crítica social, pues la idea de «la crisis» ‒el miedo a perder los trabajos, la dificultad para pagar las altas hipotecas, las bajadas de sueldos…‒ están aquí presentes como telón de fondo.

En la composición de los cuentos llama la atención el uso de la lista con enumeraciones separadas por a), b) c), etc. y el uso de notas a pie de página. En las conversaciones que he tenido con Sánchez Aguilar a través de Facebook, me señalaba que uno de sus escritores de cuentos favorito es David Foster Wallace. Así que lo lógico es considerar que estos dos recursos, y sobre todo el último, son una influencia del autor norteamericano. Las notas inciden en muchos casos en explicar la psicología de los personajes, e, incluso, en una de ellas se adelanta el fin de la historia (la pareja acabará divorciándose), que en la propia narración tan sólo queda sugerido.

«La idea del libro es que el sexo, con su componente de insatisfacción perpetua, reflejara la eterna insatisfacción de la clase media», declaró Sánchez Aguilar en una entrevista para el Diario.es.

Los siete cuentos de Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino mantienen una unidad temática y compositiva tales que el lector puede tener la sensación de estar leyendo una novela. Cuando he leído a algunos de mis escritores de cuentos favoritos (Antón Chéjov, Raymond Carver o Tobias Wolff), siempre he considerado que un mérito de estos escritores era la variedad de temas y de personajes diferentes: en un cuento hablaban de una persona de mediana edad, en otro de un niño, de un anciano, etc. y en la diferencia de temas (los celos, el miedo a perder el estatus, las relaciones familiares, etc.) y enfoques. Me gusta cuando el escritor es capaz de crear la voz narrativa de una problemática adolescente y más tarde la de un estirado ejecutivo de sesenta años, por ejemplo. En este sentido, los cuentos de Sánchez Aguilar me parecen poco variados (aunque sabe acercarse con igual pericia a personajes masculinos o femeninos), lo que provoca, al acercarse a los dos últimos, una ligera sensación de repetición. Y no es que los dos últimos sean malos cuentos, que no lo son (leídos en una antología de varios autores serían cuentos destacables), pero el lector tiene la impresión de que lo que se narra en ellos ya ha sido transmitido en otros cuentos anteriores. A cambio, los mejores cuentos de este libro son magníficos, por ejemplo Gemidos y Vecinos, y los podría incluir en mi lista de mejores cuentos leídos en los últimos años. Además –y para mí esto es un mérito–, hablan de mi entorno urbanita más cercano y reconocible, son cuentos que me apelan de forma absolutamente directa, cuentos cuyo desarrollo y final me han dejado seco.

Diego Sánchez Aguilar me parece un gran escritor de cuentos, al que me gustaría exigirle mucho (al fin y al cabo soy profesor de bachillerato y la deformación profesional está en mí), me gustaría pedirle que, después del magnífico libro de relatos que es Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino, se pida a sí mismo elevar el reto y aceptar la dificultad de variar los puntos de vista e incrementar la variedad de personajes. Soy profesor y me gusta incitar a los mejores a superarse.