Hay que leer a los franceses: Alberto Soler y Pascal Quignard

Un primer libro de poemas que no parece un primer libro de poemas, por rotundo y bien hilado, y un tercer título de una editorial que exhibe feliz pinta de sabia veterana. Los tigres devoran poetas por amor supone el debut de Alberto Soler, y uno de los primeros libros que publica Balduque. Late en los poemas de Alberto Soler una mirada descreída y a la vez plena de entusiasmo: la forma en la que Alberto Soler se acerca al mundo se asombra ante lo que tiene que asombrarse, ante lo que nos cambia de verdad, y lo hace con una escritura minuciosa y disfrutona, que exprime y explota el lenguaje.

Alberto Soler se mueve entre libros. Los escribe, los lee y anima a los demás a unirse. Soler, nacido en Cartagena en 1980, es filólogo hispánico y gestor cultural: coordina desde 2004 el Premio Mandarache de Jóvenes Lectores en el Ayuntamiento de Cartagena, un proyecto admirable que recibió en 2014 el Premio Nacional de Fomento a la Lectura. Porque nos ha entusiasmado su libro y porque nos entusiasma su labor agitadora, le lanzamos un reto: ¿qué clásico nos recomiendas? Él recogió el guante, y le dio la vuelta: un clásico vivo. Allá va.

«Hay que leer a los franceses. Leer a Echenoz, a Carrère, que escriben sencillo para llegar a lo complejo. Evitar las volutas. Hay que leer a Pascal Quignard. Se da en Quignard la confluencia de escritores que son casi personajes literarios. Niño autista (cuenta él que fue) e intelectual incontenible (escritor, músico, lector para Gallimard, estudiante de filosofía, guionista, traductor…), Quignard desencadena tempestades cuando escribe que descargan allá por donde pasan, ficción o no ficción, y nos conmueven como una meteorología interior convulsa. Leer a Quignard es calarte bajo una tormenta que llueve tu propia lluvia. También hay que leer a Cercas. Pocos escriben aquí a la francesa».

Ant2 de 2Sig
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