Una mancha molesta y sucia, por Sergio del Molino

Velibor Čolić mide casi dos metros y llegó a pesar ciento veintisiete kilos. Se duchaba poco, olía agrio y tenía un acento del este de Europa que él llamaba, genéricamente, cosaco. Así le llamaba una de las novias que tuvo en Francia: Velibor, eres un cosaco. “Soy una mancha molesta y sucia, una bofetada en el rostro de la humanidad, soy un inmigrante”, escribe de sí mismo. Velibor se alimenta

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