Aquí y ahora 42 (Diario de escritura), por Miguel Ángel Hernández

Lunes de mayo

Temprano, Murcia-Madrid en tren. Aprovechas el viaje y corriges los fragmentos del pasado intercalados en tu novela. Avanzas mucho más rápido de lo que habías imaginado. Te sumerges en la historia y recuperas el tono cortante de la evocación. El viaje se te hace corto. Logras desconectar por completo. Estarías el día entero sentado en el tren con el ordenador.

En Madrid te espera Alejandro. Comes con él y con Jesús después de visitar la sede de Akal y programáis los próximos libros de la colección Estudios Visuales que coordináis. Jesús te pregunta que cuándo terminarás tu libro sobre el arte de historia, que ya lo esperan en la editorial. Dices que ya llegará. El próximo año, quizá. Hace unos años el problema era dónde publicar lo que escribías. Ahora tienes la suerte de haber encontrado los lugares ideales para hacerlo. Lo que necesitas es el tiempo para poder escribir.

El regreso es rápido y llegas a casa para cenar. Estás cansado, pero comienzas a ver con Raquel El cuento de la criada, la serie basada en la novela de Margaret Atwood. Desde el primer momento, te fascina. La historia distópica, por supuesto. Pero también la estética, la potencia de los colores y, por supuesto, la intensidad de la interpretación. Una serie de 10. No hay duda.

 

Martes de mayo

Escribes todo el día. Sigues corrigiendo la parte del pasado. El tono lo tienes dentro, como un virus. Puedes escuchar la voz cuando relees lo que has escrito. Estás contento con el resultado. Comienzas a verlo claro.

Por la tarde, máster. Continuáis organizando la exposición final. Intentas coordinar el grupo y al final parece que todo va tomando forma.

Antes de acostarte comienzas a leer El libro de los espejos, la novela de E.O. Chirovici. Has visto la sinopsis y lo has comprado sin pensar. Un libro sobre la memoria, y un thriller sobre el propio proceso de escritura. Tiene mucho que ver con lo haces ahora, piensas. Sin embargo, en cuanto comienzas a leerlo te das cuenta de que está lleno de clichés y que se le ven las costuras. Te preguntas inmediatamente si a tu novela también se le van a ver, si va a ser tan fácil identificar las estrategias narrativas. No sabes qué responderte. Para eso necesitas una distancia que no tienes. Vas a tener que confiar en los demás.

 

Miércoles 10 de mayo

Desde bien temprano,escribes y adelantas más de lo que habías planificado. Estás en vena. Y lo disfrutas. Corregir, más incluso que escribir. Pasar por cada frase, preguntarte por el lenguaje justo, por el verbo preciso, por el tono, por la sonoridad, eliminar reiteraciones, introducir palabras que dan ritmo y sentido al párrafo… El trabajo está hecho. La música está compuesta. Ahora se trata de ecualizar. Y eso es lo que más te gusta. Con diferencia. Podrías estar toda la eternidad modificando una frase para que suene bien. Te das cuenta de que esa es una de las cosas que realmente diferencia tu novela de este diario: el trabajo sobre el texto. Aquí improvisas, escribes y apenas revisas. Se trata de algo inmediato, aquí y ahora. Es puro presente. La novela –la literatura– también lo es; pero ese presente se construye y se evoca con tremenda laboriosidad. Al menos para ti. En este diario no vuelves sobre lo escrito. No buscas la sonoridad. Son pinceladas sobre el presente. Un boceto, quizá un dibujo a mano alzada. La novela, en cambio, es una pintura. Después del boceto hay mucho trabajo. Y a veces es difícil saber cuándo hay que dejar de pintar.

El Madrid pierde con el Atlético, pero pasa a semifinales de la Champions. Lo ves en casa tranquilo. Después, te vuelves a encerrar a escribir.

 

Jueves 11 de mayo

En clase proyectas The Artist is Present, el documental sobre la obra de Marina Abramovic. Mientras lo vuelves a ver, no puedes evitar recordar el momento en que Marina visitó Murcia. Eran los tiempos del CENDEAC. Recuerdas su seminario, su conferencia, su voz seductora, su cuerpo erguido solapándose con la proyección de su biografía, y su frase final: Bye, bye, Ulay. Recuerdas el caldero en el Mar Menor. Recuerdas la sesión de chistes verdes mientras regresabais de la playa en el coche. Recuerdas haberte enamorado perdidamente de ella. También recuerdas a Ulay y las largas conversaciones sobre el arte y la vida. Piensas que, aunque breves, sus visitas a Murcia te marcaron. Todo aquel periodo, en realidad, te hizo más sabio. El contacto con aquellas grandes figuras. La posibilidad de tocarlos, de aprender de ellos. Tienes que reconocerlo: fuiste un privilegiado. Y eso nunca podrás olvidarlo.

Te acercas con Leo a la charla de Ignacio Martínez de Pisón en Molina de Segura. Tomáis unas cervezas allí entre amigos y volvéis con él en coche a Murcia. Os quedáis unas horas charlando sobre literatura en la barra del Bosque Animado. Repasáis lecturas, filias y fobias. Pisón es un grande. Y una persona especial. Otro privilegio, haberle conocido.

 

Viernes 12 de mayo

Por la mañana, penúltima clase del curso. Continúas con la obra de Marcel Duchamp. Te centras en sus últimos proyectos, especialmente en Étant Donnés. Comentas que Duchamp, en realidad, no puede estudiarse como un artista de la vanguardia histórica. Es cierto que su obra, en un principio, se encuadra en el dadaísmo. Pero su verdadero impacto se produce en la segunda mitad del siglo. Ètant Donnés es una obra que se acaba en 1966, en plena efervescencia de las neovanguardias (el pop o el minimalismo). Es un artista tan contemporáneo como Warhol, Jasper Johns o Robert Rauschenberg. Su obra tarda medio siglo en entenderse y tener efecto. Afortunadamente, al final, la carta acaba llegando a su destino.

En Facebook, ves las fotos de hace un año en Ithaca. Acababan tus clases y ya comenzabas a despedirte del resto de los becarios de la Society. Por alguna razón, ese fin se proyecta ahora en tu presente. Y comienzas a intuir también que algo acaba, que este aquí y ahora también comienza a llegar a su fin.

Por la noche, terminas de corregir la parte del pasado. Ahora todo suena como tiene sonar. La voz se escucha. La historia se muestra. Te acuestas con el sonido de los recuerdos.

 

Sábado 13 de mayo

El día entero modificando citas y referencias. La conferencia de Oslo a la que no pudiste ir se va a publicar en Text Matters y tienes que adaptar el artículo al sistema de citas de la revista. Se te van varias horas cambiado los giros y las referencias al estilo MLA. Este es el verdadero problema de la interdisciplinariedad, tener que adaptar la escritura a los diversos contextos. Acabas a finales de la tarde y para despejarte decides ir al cine con Raquel. Coméis en el mexicano de El Tiro y entráis a ver El círculo. La película no puede ser peor. Es de las cosas más infames que has visto en tiempo. Lo más problemático, sin duda, el mensaje: no queda claro si defiende o cuestiona la transparencia. La confusión entre democracia y transparencia te alarma. Foucault se revuelve en su tumba.

 

Domingo 14 de mayo

Hoy relees la novela desde el principio. Quieres llegar al último fragmento que te falta por escribir. Quizá el más importante de todos. Mañana es el momento. El encuentro con el pasado y, después de eso, por fin, todo habrá acabado. Es la semana decisiva. Todo comienza a tener la textura del fin. Lo sientes. Lo percibes. El fin de la historia. Es el fin de la novela. Quizá, también, el fin de este diario. Llegas a esa conclusión en la noche agridulce. Triste y feliz. Hermosa y nostálgica. Pero todo acaba. Todo llega. Y mañana comienzas a terminar.