Ni lo hemos intentado (nadie contra la devastación), por Cristina Fallarás

Escritores, directores de cine, directores de teatro, pintores, actores, arquitectos, bailarines, músicos, compositores, diseñadores, escultores, cantantes, guionistas, traductores, dibujantes, editores, impresores, modistos, fotógrafos, investigadores, maquilladores, cámaras, montadores… Leo que, en España, la llamada «industria cultural» se encarna en siete millones de currantes. La industria cultural no equivale a la Creación, pero el dato me sirve.

Siete millones de personas en España son muchas cabezas. No cualesquiera. Cabezas cultivadas que bailan alrededor de la imaginación. Pero podemos cuestionar el número y dejarlo en la mitad, porque el concepto de «trabajador» es gaseoso. Bien: tres millones y medio de hombres y mujeres inteligentes, cultos, dotados de capacidad crítica, etcétera, son muchas cabezas. Y dedicaré a los mierdecillas otro recorte más: vamos a dejarlo en que España tiene un par de millones de hombres y mujeres dedicados a la Cultura, más allá de oficios «colaterales» (e insisto que es por los cagarruteros). Dos millones.

¿Alguien cree que esos dos millones de privilegiadas cabezas no pueden ganarle el pulso a un ministro, Wert, y una política, la del PP, que han devastado la cosa cultural? Ni lo han intentado.

Imaginemos a Javier Marías, Alejandro Amenábar, Rafael Álvarez «El Brujo», Fernando Trueba, El Roto, Aute, Javier Bardem, Jorge Herralde, Pedro Almodóvar, Juan Marsé, Rosana, José Manuel Blecua, Alejandro Sanz, Jaume Plensa, Joaquín Sabina, Josep Maria Pou, Concha Velasco, Arturo Pérez-Reverte, Álex de la Iglesia, Miguel Bosé, Alaska, Ferran Adrià, Carmen Balcells… y así hasta un millar, solo un millar, qué barbaridad de millar, actuando a la contra. ¿Se los imaginan todos a una? Qué gozada. Habríamos goteado de orgullo. Pero no ha sucedido.

En España, esta España basura, las gentes de la Cultura no le han plantado cara a la devastación. Ellos sabrán. Nosotros sabremos.

 

 

 

(La fotografía pertenece a Divine Decor).