Starring Juan, de J.S.T. Urruzola, una lectura de Javier Divisa

Gambetea Juan, regatea su novela con poesía y metáforas, (algunas brillantes, incluso bastante rutilantes, de ¡hostias!) quiebra en el área de su contenido sospechosamente autobiográfico (creo que él lo llama con otro neologismo, auto-ficción, toma pacto oxímoron), en la gran demarcación de su vida en América, que vino a ser trabajar, beber, hacer el amor, enfermar, algunas mujeres y muchas notas introspectivas y delirantes escritas entre medias, para llegar a ser una vida más (eso sí, joven y exuberante), un bloc, un almanaque de testimonios, menciones literarias, informaciones más o menos confidenciales, más o menos morbosas, gente más o menos chiflada. Pero como todo libro, está destinado a ser residual, que viene a ser lo mismo que vivir, todo queda en remanentes. Quiero decir, aparte de esta congelación del tiempo en algo más de 200 páginas, que supone Starring Juan, cuando nuestro autor vuelva a escribir otra novela, apenas quedará algún reflejo argumental, aunque en el modo maquinal surjan asuntos que ni uno sabe que sabe. Como si estuviéramos hablando de vivir (¡yo qué sé que he vivido!). De eso se compone esta novela, del acto inmediato, el presente, las refracciones del pasado. De los salientes, los rebordes, qué queda ahora, y qué habrá mañana cuando Juan escriba otra novela. De eso, y de molar.

La luna es delicada y tiembla en el agua como un revólver en una mano pacífica. La luna nos contempla sin llegar a comprender, igual que nosotros la contemplamos a ella sin entender su gravedad, su suelo, su silencio, sin entender que quizá alguna noche su alegría sea no existir para nadie (en realidad, la luna no está aquí esta noche, está iluminando una noche de unos años atrás)

Por cierto, esta noche no hay luna, ni tampoco ninguna de las noches que he pasado en México: siempre que he hablado de la luna estaba hablando de mí

J.S.T. Urruzola busca en muchos momentos de la novela cierta excelencia y esplendor, como si le interesara el brillo y la vehemencia verbal más que la propia historia, y a partir de ahí va lo suyo (eso sí, cuidando notoriamente la estética), a los amores, los vicios, drogas, alcohol, los paisajes oníricos (muy habituales), algunas relaciones incestuosas o las refracciones fantasmagóricas, sin descuidar nunca la prosa intencionadamente magnética de los que tienen alma de poeta y a su vez la doble cualidad de la intensidad narrativa, capaz de lo mejor y lo puto peor. En ese sentido, Urruzola ha decidido jugárselo todo a la belleza sórdida y en muchas páginas de la novela le sale bien, sobre todo le sale bien que estemos ante un texto de carácter mediano, y le sale bien (a veces) la disolución del narrador (que se quite de en medio, que no opine tanto) para una contemplación subjetiva y relajada por parte del lector.

Bueno, hermano, pues me llamo Nombre de Hijo porque tal día como mañana, huevón, con una cruda del infierno y dos o tres chelas en el cuerpo, estaba en un puente muy alto que hay en Santiago, y me senté en ese puente con mi hijo de un mes en los brazos. Y se me cayó. El bebé aún no tenía nombre, huevón, su mamá y yo estábamos por decidirlo…A partir de aquello me cambié de nombre, me puse el suyo.

Con Starring Juan, novela cinematográfica, caleidoscópica, Urruzola se gusta y se divierte con una confesión que no hay que tomar al pie de la letra sino en el sentido estricto de las grandes verdades de la literatura; hay por tanto un espejo anacrónico que refleja lo bonito y lo feo, las disciplinas laborales de la vida, la farra, la post-farra y las peripecias vitales. De igual manera se aprecia algo la equidistante veracidad y vanguardia literaria, para designar la experiencia oscilante y fugaz de la vida, con su hermosura y su repelencia, en las grandes metrópolis como México DF, incluso con cierto matiz baudeleriano, maldito, de exclusión de los aspectos materiales de la vida moderna, pero siendo modernos en la bohemia, en la farra, en otros entornos sociales y artísticos, incluso en el vínculo borgiano de la novela con los sueños, en Starring Juan, como una especie de nexo emocional, místico, para desviarnos a algo espiritual que nos proteja, nos enseñe la honestidad, o el camino.

Me he quedado ciego de tanta belleza contemplada en una noche. Me he quedado sordo por el fragor de los camiones y por la niebla azulada.

Después le hablé acerca de mis sueños de ligereza y valentía, esos sueños que tenía por aquel entonces en los que no existía la ley de la gravedad y para avanzar tenía que bucear o nadar por el aire. También dije que esos lugares oníricos de valentía y ligereza se parecían mucho de los que yo había huido.

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