Luz para este año negro, por Cristina Fallarás

Este 2015 va a resultar un año negro para la inteligencia en este país, para la cultura, para la enjundia, para la templanza. Un año negro en general. Cada vez que abra la boca un representante político, allí tendrá decenas de micrófonos para multiplicar su nada. La nada ocupa un espacio precioso. La nada ahoga. La nada que brota de esas bocas pomposas y que brinca de altavoz en página, de pantalla en panfleto, invade ese espacio donde cabrían una idea o el silencio. Nada puede germinar sobre la grasa jabonosa de sus bocas, nada crecerá allí.

Nosotros, desde este lado, ya ni esperamos que alguien nombre la cultura en ocasiones semejantes. La creación resulta en esas circunstancias aterradora como el vértigo tendente a la locura de un alucinógeno no esperado, indeseable.

Sin embargo.

Sin embargo, sucede que de vez en cuando, muy de vez en cuando, se cuela la voz de un autor en las páginas pantallas de un diario. Entonces, entre las incontables pompas de nada que inundan todo lo que nos rodea, vemos retorcerse una frase, una idea enunciada con las palabras que requiere ¡palabras que significan!, la vemos culebrear fosforescente, iluminar, abrirse paso y avanzar, llegar hasta nosotros.

Así las dos siguientes, esta misma semana:

«Esa es mi manera de contribuir a clarificar algunas cosas. El intelectual no puede hacer nada más, no puede hacer la revolución. Las revoluciones hechas por intelectuales son siempre muy peligrosas».

(Umberto Eco, autor de Número Cero, entrevistado por Carmen Sigüenza)

«Emitir un mensaje de solidaridad no es más que una especie de tic nervioso para apaciguar la conciencia, no es militancia. No hay duda de que hay quien lo hace con las mejores intenciones, pero también la gente se emocionó con Obama genuinamente y aquello era una estafa desde el minuto uno».

(Miguel Brieva, autor de Lo que (me) está pasando, entrevistado por Rubén Lardín)

Desde aquí, un humilde ruego a los colegas de la comunicación: cuelen de vez en cuando, a escondidas, la culebrilla fosforescente de un autor. Aunque solo sea por lo de la iluminación.

 

 

(La fotografía, obra de RubyGoes, se publica bajo licencia Creative Commons).