Una de soldados, por Sergio del Molino

Si no estuviéramos en enero, me atrevería a decir que ya he leído una de las novelas españolas más interesantes de 2017, pero me esperaré a que pase el verano, por lo menos, para consolidar este juicio. Mucho bueno tiene que traer el año para que Álvaro Colomer se salga de mi lista, y eso que yo no hago listas.

Aunque caminen por el valle de la muerte (Literatura Random House) llegará a las librerías el jueves que viene y amenaza con dar que hablar. No sólo por sus indudables méritos literarios, que los tiene sobrados (es una novela escrita con estilo y eficacia a la vez, compleja en su planteamiento coral y poliédrico, impecable en el ritmo y en las descripciones de la violencia guerrera), sino porque puede dar pie a debates más o menos incómodos sobre el papel que las tropas españolas desempeñaron en la posguerra de Irak.

El libro es la recreación literaria (ficticia, por tanto, que no todo lo literario es ficción, y viceversa) de la batalla de Najaf, ocurrida el 4 de abril de 2004, cuando el ejército de Mahdi, parte de la insurgencia que atacaba a los soldados de la coalición, lanzó una ofensiva contra la base Al-Andalus, a cargo del ejército español, pero con presencia también de estadounidenses, salvadoreños y mercenarios de empresas privadas, entre otros. La batalla ya fue contada en clave de periodismo de investigación por Lorenzo Silva y Luis Miguel Francisco en un libro de 2006 titulado Y al final, la guerra (La Esfera de los Libros). Lo de Colomer es una novela, pero el relato que propone es distinto al de aquella obra porque incorpora el punto de vista de los estadounidenses, salvadoreños y mercenarios, proyectando varias sombras de descontrol y de errores en el desarrollo de la batalla. La fecha de los sucesos es fundamental para entenderlo todo: justo después de los atentados del 11-M y de las elecciones que ganó Zapatero, pero antes de la toma de posesión del nuevo gobierno. El ministerio de Defensa estaba cesante y los nuevos titulares no habían llegado. El contingente español estaba, por tanto, solo en la práctica, sin nadie en Madrid con capacidad o ganas de tomar decisiones difíciles. Esta circunstancia tan simple (que nadie quiera coger el teléfono en un ministerio) provocó situaciones de peligro y fricciones entre los otros ejércitos de la coalición.

La recreación de Colomer, por lo que él mismo advierte, tiene poco de imaginación. Los protagonistas son personajes inventados, pero la acción, ordenada en una secuencia cronológica precisa y explícita (al estilo de un informe militar), está basada en más de doscientas entrevistas con personas que estuvieron involucradas de un modo u otro en la batalla, recopiladas durante varios años. La versión de la novela es una mezcla de muchas perspectivas porque, como señala el autor en la advertencia preliminar, “en la guerra hay tantas verdades como puntos de vista”.

Más allá de las controversias y reacciones que pueda despertar el contenido del libro, lo importante aquí es que es una buena novela que surge en un ecosistema literario donde no abundan los relatos bélicos. Es uno de los pocos ejemplos del género en un país que ha generado y genera una abundantísima literatura guerracivilista, pero casi siempre de retaguardia. Desde las ya lejanas novelas de Ramón J. Sender sobre la guerra de Marruecos, los títulos escasean. De hecho, una de las citas iniciales de Aunque caminen por el valle de la muerte es de Imán.

Otra paradoja de la historia literaria española: aunque el siglo XX y la llamada edad de plata comenzó con la generación del 98, llamada así por el desastre de la guerra de Cuba, no hay casi ningún texto bélico ambientado en aquella guerra tan citada y tan fundacional. Poco destaca, más allá de las novelas autobiográficas de Manuel Ciges Aparicio. Las citas que encabezan el título de Colomer (además de la de Imán, hay otra de Manuel Chaves Nogales) parecen vindicar esa tenue tradición de literatura bélica, casi toda testimonial, para entroncarse con ella. Y se entronca bien, con más que dignidad, construyendo con sencillez aparente una obra de mucha exigencia técnica que, sin embargo, mantiene alta su ambición literaria (de pensamiento y estilo).

Espero hablar más sobre este libro. Esto sólo son unos apuntes apresurados después de una lectura inquietante y gozosa.