Chema Madoz. LA NATURALEZA DE LAS COSAS Y SU ECO EN LA COLECCIÓN
«Ajeno a las clasificaciones habituales, Chema Madoz subvierte las reglas de la naturaleza, dejando vagar su imaginación. Despliega su fantasía y funde los reinos animal, vegetal y mineral, dando lugar a un reino propio en el que transforma hojas, ramas, nubes, maderas, plantas, flores, piedras… ofreciendo las combinaciones más inesperadas.
Unas veces lo hace cambiando la función de los elementos de la naturaleza, como cuando una pareja de guindas simulan los pesos de una balanza o las mariposas se convierten en las flores de un jarrón. Otras haciendo asociaciones insólitas, como cuando las hileras de caligrafía japonesa se convierten en las ramas colgantes de un sauce llorón, o las nubes en la copa de un árbol. En otras, juega con la semejanza, como cuando asocia las hojas de la planta denominada comúnmente costilla de Adán y una mano con los dedos desplegados.
Chema Madoz se complace en trastocar la realidad, porque a pesar de su apariencia sólida e inalterable, una mínima variación puede hacernos conscientes de la fragilidad de aquello que nos rodea. A lo largo de los años, esas variaciones introducidas en los objetos —un campo fértil e inagotable para el artista— nos han hecho ver otras realidades, han expandido nuestro conocimiento e incluso nos han hecho esbozar una sonrisa al identificar o intuir sus mecanismos, porque, como él mismo señala, «toda manipulación está a la vista del espectador». De ahí que sus imágenes nos resulten extrañas en un primer momento, pero familiares y fácilmente identificables en cuanto detenemos nuestra mirada en ellas y reconocemos sus juegos, sus guiños, sus combinaciones, sus alteraciones. Con Chema Madoz nos convertimos en espectadores activos de su obra, en cómplices cuando opera en nuestra mente el mismo mecanismo que le ha llevado a él a darle la vuelta al significado habitual y utilitario del objeto.
Pero a lo largo de su carrera, Chema Madoz no solo ha trabajado con el objeto. Una mirada atenta nos hace descubrir la gran importancia que cobra la naturaleza en su trabajo y la cantidad de obras que le ha inspirado. Ahora bien, el artista opera con los elementos de la naturaleza de la misma manera en que lo hace con los objetos, buscando asociaciones, parentescos y encuentros fortuitos, realizando pequeños desplazamientos, combinaciones, yuxtaposiciones, metamorfoseándolos.
Hay imágenes sumamente evocadoras, como la de las notas musicales que penden de las ramas desnudas de un árbol o el paisaje de montañas arenosas que transporta una maleta. Pero en sus manos, la naturaleza también puede ofrecer un carácter agresivo, como la rosa que se transforma en un objeto punzante al potenciar sus espinas ganchudas o las hojas afiladas de una planta atravesando otra hoja más liviana. En ocasiones, al situarlos en un escenario distinto, también los objetos se convierten en elementos de la naturaleza: los tiestos haciendo las veces del tronco de una palmera, o los prismas convertidos en un bodegón. Y también opera de forma contraria, convirtiendo elementos de la naturaleza en objetos: el cubito de hielo convertido en un objeto de regalo, los lápices componiendo una hoguera; o cambiando la naturaleza de las cosas: unos cantos rodados semejan un cactus y la caracola una flor.
Chema Madoz trabaja con los elementos de la naturaleza, al igual que lo hace con los objetos, de todas las maneras posibles y a veces la sorpresa proviene simplemente del cambio de función de los objetos (un dedal convertido en una maceta). Como un mago que realiza milagros, Chema Madoz abre nuestra mente a un conocimiento más hondo de las cosas y de la realidad que nos circunda, haciéndola más compleja, expandiéndola y profundizando en ella.
La exposición de Chema Madoz que ahora acoge el Museo Patio Herreriano es una buena oportunidad para conocer el trabajo del artista madrileño y de situarlo en una suerte de genealogía. Se establece un diálogo con artistas de la colección del Museo, con los que comparte una sensibilidad semántica y estética. Así, a las fotografías de Madoz se suman las imágenes de los objetos deconstruidos y recompuestos de Ángel Ferrant o el material escultórico de Joan Brossa y Perejaume. Cobran especial significación en este contexto las fotografías de Ángel Ferrant que documentan los objetos que mostró en las Galerías Syras de Barcelona a principios de los años treinta y que más tarde, no contento con su resultado, destruyó. Estas fotografías delatan un interés por el comportamiento de elementos heterogéneos que se encuentra en una esfera próxima a la de Chema Madoz. No es menos conocida la relación del fotógrafo con Joan Brossa, a través de la tensión entre los objetos y las ideas que también cultiva, con similar aliento poético, Perejaume».
Oliva María Rubio
Comisaria de la exposición